Heladería El Taller, elegida entre las 50 mejores del mundo

Heladas recetas, tiernos recuerdos, sabores extraños y el secreto de un éxito sin frenos son algunas de las etapas de la interesante entrevista a Diego Lisoni, Alumni de Culinary.

Recordado por sus profesores como un joven inquieto por aprender y desarrollar nuevas ideas. Diego Lisoni, exalumno de Artes Culinarias, hoy forma parte de la exitosa heladería, “El Taller”, de Providencia. Lisoni, es socio fundador y encargado de la heladería que funciona desde 2015.

En menos de tres años “El Taller” ha recibido reconocidos premios, como el concurso “The World´s 50 Best Ice Cream Parlors 2018” que hace cada año la prestigiosa web The Daily Meal y también, fueron elegidos dentro de los 100 mejores restaurantes de Chile por La CAV.

Lo que ha llevado a Lisoni a ganar estos importantes premios es que, a su juicio, sus helados son el sabor de Chile. “La experiencia de tomarte un helado en El Taller no es que sea una memoria histórica, sino más bien emotiva. Un helado de chancaca pasada, que es la misma chancaca que pasaban en mi casa con naranja y canela, es maravilloso”.

P: ¿Por qué una heladería?

El Taller surgió de un viaje a Argentina. Cuando íbamos de vuelta al hotel, en Mendoza, vimos una luz en la calle, que era una heladería. Nos detuvimos y me comí un helado que realmente era una epifanía. A partir de eso empieza la inquietud sobre este producto, me empiezo a hacer preguntas y a investigar sobre los helados.

P: ¿Podrías explicarme el nombre de tu heladería?

Taller viene de Atelier, un lugar donde se hacen las cosas con las manos. Todo lo que vendemos, lo hacemos acá. Desde los helados artesanales de alta calidad, hasta nuestros sándwiches y ensaladas.

P: He visto que tienen una variada muestra de sabores, ¿podrías nombrarme los más interesantes?

Tenemos muchísimos sabores no tradicionales, como chicha de manzana, maní confitado, peras al vino tinto, harina tostada, maqui, Jagermeister, Aperol Spritz, moras de Ángol, y de Matchas (té verde japonés). El mismo día que ofrecimos por primera vez el helado de matcha, vinieron los “Matcha Lovers”, un público fanático de té que se llevaron muchos litros de helado.

P: ¿A qué le debes todo el éxito de “El Taller”?

El éxito se lo debo a tener convicción de lo que hago, ser fiel a mis objetivos, no hacerme trampa a mí mismo y levantarme temprano a trabajar. También tengo dos socios y hemos armado un muy buen grupo; yo creo en el trabajo en equipo y que hay que poner las capacidades al servicio de un proyecto común.

P: ¿Cómo son tus recuerdos cuando estudiaste en Culinary?

Tengo muy bonitos recuerdos de Culinary, de los buenos profesores, que siempre me apoyaron en proyectos solidarios. Cada cosa que yo quise hacer en el Instituto, siempre tuve ayuda. Me quedo con una muy buena experiencia de ellos.

Yo era súper preguntón, y cada duda que tenía siempre fue respondida.

P: Volviendo a los helados, ¿qué producto recuerdas haber creado con dedicación?

Mira qué bonito esto. Para ofrecerles a los niños, me acordé de cuando yo era chico y mi papá siempre me daba la típica negrita y hoy día, yo le doy a mi hija helado de negrita, que lo hacemos acá. Se produce una conexión de distintas épocas en donde estás compartiendo el mismo producto y no necesitas que sea un helado que tenga adicionales especiales o teñirlos. Nosotros tratamos que cumplan con la premisa de lo que decimos que son.

P: ¿Qué sientes cuando pruebas tus productos?

Es interesante lo que pasa con el helado, yo tomé el camino largo porque aprendí a balancear recetas de helados, es un arte, pero súper complicado ya que involucra mucha física y química. Los heladeros somos un poco ratones de laboratorio. Estamos viendo información nutricional, peso molecular, anticongelante, sólidos totales, entre otras cosas, todo eso para poder hacer helado de lo que sea. Mi trabajo me llena de orgullo, pero es el resultado de mucho esfuerzo.

P: Por último, ¿Helados más raros?

No sé si más raros, pero hay algunos que son súper diferentes. Por ejemplo, el helado de tilo, como el agüita de tilo y otro de michelada, donde, además, el cono está remojado en limón con sal.

P: ¿Qué proyectos tienes a futuro?

Lo que viene es un crecimiento, pero no crecer a 50 locales de aquí a dos años, sino que nos enfocamos en que tengamos mejores condiciones para poder atender a más empresas de una muy buena manera y tener, tal vez, otro punto de venta en un sector estratégico.